Publicado el marzo 15, 2024

Creer que los bioplásticos y tejidos reciclados son intrínsecamente sostenibles es el error más común (y peligroso) del consumo verde.

  • Un bioplástico como el PLA requiere condiciones industriales que no existen en el compostaje doméstico, convirtiéndose en un contaminante del flujo orgánico.
  • La huella de carbono de una bolsa de algodón exige miles de usos para compensar su impacto frente a una de plástico reutilizada, demostrando que la intuición ecológica a menudo falla.

Recomendación: Deje de mirar solo la etiqueta del material y analice el sistema completo: ¿cómo se fabricó, cómo se usa y, sobre todo, dónde acabará realmente según la infraestructura existente en España?

Cada vez que nos enfrentamos a un lineal, el dilema es el mismo: ¿el envase de plástico «bio», la camiseta de «tejido reciclado» o la opción convencional? Nos han enseñado a buscar estas etiquetas como un faro de consumo responsable. Las empresas, conscientes de esta demanda, han inundado el mercado con productos que proclaman su origen «verde», desde PET reciclado hasta polímeros derivados del maíz. La promesa es simple: un mundo con menos residuos y una conciencia más tranquila. Sin embargo, este enfoque centrado exclusivamente en el material de origen es una simplificación peligrosa.

Como ingeniero de materiales especializado en sostenibilidad, mi experiencia me ha demostrado una y otra vez que la verdadera sostenibilidad no reside en la materia prima, sino en la inteligencia del diseño de su ciclo de vida completo. Un material supuestamente ecológico, introducido en un sistema de gestión de residuos que no está preparado para él, no solo no soluciona un problema, sino que crea uno nuevo y más complejo. La pregunta clave no es «¿de qué está hecho?», sino «¿para qué sistema ha sido diseñado?».

Este artículo se adentra en la trastienda de los materiales emergentes y las estrategias de circularidad. Analizaremos, con datos y rigor técnico, por qué un bioplástico puede contaminar el compost, cómo el ecodiseño es más revolucionario que el reciclaje en sí mismo, y si la relocalización de la producción textil en España es una utopía o una necesidad estratégica. El objetivo es proporcionar las herramientas para pasar de ser un consumidor bienintencionado a un evaluador crítico, capaz de discernir entre la innovación genuina y el marketing verde.

A lo largo de las siguientes secciones, desglosaremos los mitos y realidades de los nuevos materiales y modelos de producción, ofreciendo una perspectiva de ingeniería sobre un debate a menudo dominado por las emociones y la publicidad. Este es un recorrido para entender la sostenibilidad desde su núcleo técnico y sistémico.

¿Por qué tirar tu envase «bio» al contenedor orgánico puede ser un error?

El término «bioplástico» evoca imágenes de descomposición natural y rápida, pero la realidad técnica es mucho más compleja y, a menudo, contraintuitiva. La principal confusión radica en la diferencia entre «biodegradable» y «compostable». Un material biodegradable puede descomponerse por acción biológica, pero sin un marco temporal definido. En cambio, un material compostable debe desintegrarse en condiciones específicas de compostaje industrial en un plazo determinado. Aquí es donde surge el problema fundamental: la mayoría de los bioplásticos, como el popular ácido poliláctico (PLA), no están diseñados para el compostaje doméstico ni para el contenedor marrón de residuos orgánicos urbanos.

Estos materiales requieren un tratamiento muy específico para su correcta degradación. De hecho, un estudio técnico clave demuestra que los bioplásticos como el PLA requieren condiciones industriales de 60°C durante varios meses para biodegradarse completamente. Estas condiciones no se alcanzan en el compostaje casero ni en la mayoría de plantas de tratamiento de residuos orgánicos municipales en España, que están optimizadas para restos de comida. Al mezclarse con residuos orgánicos, el bioplástico no se descompone a tiempo y actúa como un impropio, un contaminante que reduce la calidad del compost final y puede incluso invalidarlo para su uso agrícola.

Esta situación crea un cuello de botella sistémico. El consumidor, creyendo actuar correctamente, deposita el envase «bio» en el contenedor orgánico, pero en la práctica está generando un problema en la planta de tratamiento. Como advierten los expertos del sector, la falta de una infraestructura de fin de vida adecuada convierte una buena intención en un problema medioambiental. Pablo Ferrero, de AIMPLAS, lo resume de forma contundente:

Los bioplásticos como el PLA no se descomponen a la misma velocidad que los residuos orgánicos, contaminando el compost final y violando la normativa española sobre fertilizantes.

– Pablo Ferrero, AIMPLAS – Seminario Internacional de Biotecnología Aplicada al Sector del Plástico

Por tanto, hasta que no exista un sistema de recogida y tratamiento específico y generalizado para estos materiales, la recomendación técnica es clara: a falta de indicación explícita del ayuntamiento, los envases de bioplásticos deben depositarse en el contenedor de restos (gris) o, en algunos casos, en el de envases (amarillo), pero nunca en el orgánico. Este es un ejemplo paradigmático de cómo un material innovador fracasa si no se diseña pensando en el sistema completo.

¿Cómo diseñar productos pensados para ser desmontados y reciclados al 100%?

La respuesta más eficaz al problema de los residuos no es buscar un material «mágico» que desaparezca, sino aplicar principios de ingeniería desde la concepción del producto. Esto se conoce como Diseño para el Desmontaje (DfD) o ecodiseño, una filosofía que considera el fin de vida de un objeto desde su primera fase de diseño. El objetivo es crear productos cuyos componentes puedan ser fácilmente separados, identificados y canalizados hacia los flujos de reciclaje correspondientes, maximizando la recuperación de materiales y minimizando los residuos.

Un diseño DfD se basa en varios principios clave. Primero, la modularidad: construir el producto a partir de módulos independientes que puedan ser reemplazados o actualizados sin desechar el conjunto. Segundo, el uso de uniones reversibles como tornillos o clips en lugar de adhesivos permanentes o soldaduras, que fusionan materiales y dificultan enormemente su separación. Tercero, la minimización y estandarización de materiales. En lugar de usar múltiples tipos de plásticos en un solo objeto, se prioriza el uso de un monomaterial o plásticos compatibles que no contaminen el flujo de reciclaje. Finalmente, es crucial un marcado claro que identifique el tipo de material de cada componente para facilitar su clasificación en el momento del desmontaje.

Producto modular desmontado mostrando sus componentes separados para reciclaje

En España, varias empresas están liderando este cambio de paradigma. Un caso de éxito notable es el de la marca de moda Ecoalf, que ha hecho de la economía circular su modelo de negocio. Su enfoque va más allá de usar tejidos reciclados; aplican principios de ecodiseño para asegurar que sus prendas sean lo más duraderas y reciclables posible al final de su vida útil. Este enfoque sistémico es la verdadera innovación.

Estudio de Caso: Ecoalf y la transformación de residuos en diseño

La empresa española Ecoalf ha sido pionera en convertir desechos como botellas de plástico, redes de pesca o neumáticos en tejidos de alta calidad para sus colecciones. Su compromiso no se detiene en el material, sino que se extiende a la promoción de prácticas de producción sostenible y al diseño de productos pensados para un ciclo de vida circular. Al invertir en I+D para el desmontaje y la reciclabilidad, demuestran que es posible alinear el éxito comercial con un impacto ambiental positivo, estableciendo un referente para la industria textil.

El Diseño para el Desmontaje traslada la responsabilidad del final de la vida del producto del consumidor al diseñador. Es una solución proactiva, de ingeniería, que ataja el problema de raíz en lugar de depender de sistemas de reciclaje a menudo sobrepasados o inexistentes. Es el paso lógico de una economía lineal a una verdaderamente circular.

Huella de carbono: ¿contamina más una bolsa de algodón o una de plástico reutilizada?

Una de las trampas más comunes del pensamiento ecologista intuitivo es asumir que «natural» es sinónimo de «sostenible». El caso de las bolsas reutilizables es el ejemplo perfecto para desmontar este mito a través de una herramienta de ingeniería crucial: el Análisis de Ciclo de Vida (ACV). Este método no se limita a evaluar el residuo final, sino que cuantifica el impacto ambiental de un producto en todas sus fases: extracción de materias primas, producción, transporte, uso y fin de vida. Cuando aplicamos un ACV a las bolsas, los resultados son sorprendentes y desafían nuestras creencias más arraigadas.

La producción de algodón, incluso orgánico, es extremadamente intensiva en recursos. Requiere enormes cantidades de agua y terreno, y su procesamiento y transporte generan emisiones de CO2 significativas. En contraste, una bolsa de plástico convencional (polietileno de baja densidad) o una reutilizable más robusta (polipropileno) tienen un coste de producción mucho menor en términos de agua y emisiones. La clave, por tanto, no está en el material en sí, sino en el número de veces que se utiliza. La alta inversión ambiental de la bolsa de algodón solo se «amortiza» tras miles de usos, un objetivo que rara vez se cumple en la práctica.

El siguiente cuadro, basado en datos de estudios consolidados, ilustra esta disparidad de forma clara. Muestra cuántas veces necesitaríamos usar cada tipo de bolsa para que su impacto por uso sea equivalente al de una bolsa de plástico de un solo uso.

Análisis de Ciclo de Vida: Impacto comparativo por tipo de bolsa
Tipo de bolsa Emisiones CO2 (producción) Consumo de agua Usos necesarios para compensar impacto
Algodón orgánico 271 kg CO2 eq 2.700 litros 20.000 usos
Algodón convencional 272 kg CO2 eq 2.500 litros 7.100 usos
Plástico reutilizable (PP) 14 kg CO2 eq 40 litros 37 usos
Bolsa plástico convencional 1.6 kg CO2 eq 20 litros 1 uso

Este análisis, que se apoya en datos como los recopilados por estudios sobre el impacto real de los materiales, demuestra que la solución más sostenible no es necesariamente la que parece más «natural», sino la que se integra en un hábito de reutilización constante. Este mismo principio se aplica a la industria de la moda, donde el problema no es solo el material, sino el modelo de consumo. De poco sirve tener prendas de materiales orgánicos si se enmarcan en un ciclo de «usar y tirar». De hecho, se estima que más del 50% de la ropa en los armarios españoles procede de la «fast fashion», un modelo que anula cualquier beneficio potencial del material por su bajísimo ratio de uso.

¿Qué fondos europeos (Next Generation) subvencionan proyectos de eco-innovación en PYMES?

La transición hacia una economía circular requiere una inversión significativa en I+D, ecodiseño y nuevas tecnologías. Consciente de ello, la Unión Europea, a través de los fondos Next Generation EU, ha desplegado un ambicioso paquete de ayudas para impulsar esta transformación en los estados miembros. En España, estas ayudas se canalizan principalmente a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que cuenta con instrumentos específicos para empresas, especialmente PYMES, que apuesten por la sostenibilidad.

El instrumento más relevante en este ámbito es el PERTE de Economía Circular (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica). Este PERTE movilizará importantes recursos públicos para financiar proyectos en tres ejes principales: la mejora en la gestión de residuos, el ecodiseño de productos para hacerlos más duraderos y reciclables, y el desarrollo de nuevos materiales sostenibles. El objetivo es claro: reducir el consumo de materias primas vírgenes, disminuir la generación de residuos y aumentar la competitividad del tejido industrial español.

Para una PYME interesada en desarrollar un proyecto de eco-innovación, ya sea un nuevo envase compostable o un proceso para reciclar un residuo complejo, acceder a estos fondos es una oportunidad estratégica. La financiación puede cubrir una parte sustancial de los costes del proyecto, reduciendo el riesgo y acelerando su llegada al mercado. Los organismos encargados de gestionar estas ayudas suelen ser el CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial) para proyectos de I+D y ENISA (Empresa Nacional de Innovación) para préstamos participativos a startups y pymes innovadoras. Además, existen programas complementarios a nivel autonómico que pueden cofinanciar estos proyectos.

A continuación, se detalla un plan de acción básico para una PYME que desee explorar estas vías de financiación, basado en las directrices de los organismos oficiales.

Plan de acción para solicitar financiación del PERTE de Economía Circular

  1. Verificar elegibilidad: Comprobar que la PYME cumple los criterios establecidos por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para ser beneficiaria de las ayudas del PERTE.
  2. Alinear el proyecto: Preparar una propuesta de proyecto detallada que se ajuste a los ejes estratégicos del PERTE, como la reducción de residuos, el ecodiseño o el desarrollo de materiales secundarios a partir de residuos.
  3. Documentar el impacto: Cuantificar y documentar el impacto positivo esperado del proyecto en términos de circularidad, como el porcentaje de reducción de materia prima virgen o la tasa de reciclabilidad alcanzada.
  4. Presentar la solicitud: Enviar la solicitud a través de los portales oficiales del CDTI o ENISA, según la naturaleza del proyecto (I+D o emprendimiento innovador), cumpliendo con todos los requisitos formales y plazos.
  5. Buscar cofinanciación: Explorar sinergias con agencias de innovación autonómicas, como ACCIÓ en Cataluña o el Grupo SPRI en el País Vasco, que a menudo ofrecen líneas de financiación complementarias para proyectos aprobados a nivel nacional.

Cáñamo y madera contralaminada: ¿son seguros para construir edificios en altura?

El sector de la construcción es uno de los mayores consumidores de recursos y generadores de emisiones de CO2. En la búsqueda de alternativas al hormigón y al acero, materiales como la madera contralaminada (CLT) y los compuestos a base de cáñamo (hempcrete) están ganando protagonismo. Sin embargo, su uso en edificios de varias plantas genera dudas legítimas sobre su seguridad, especialmente en lo que respecta a la resistencia al fuego y la durabilidad estructural. Desde una perspectiva de ingeniería, la respuesta es clara: sí, son seguros, siempre y cuando se diseñen y ejecuten bajo las normativas vigentes.

La madera contralaminada (CLT) es un producto de ingeniería que consiste en capas de madera maciza encoladas y prensadas en ángulo recto. Este proceso le confiere una resistencia y estabilidad dimensional excepcionales, comparables a las del acero estructural, pero con un peso mucho menor y siendo un sumidero de carbono. Frente al fuego, el CLT tiene un comportamiento predecible: la capa exterior se carboniza a una velocidad conocida, formando una barrera protectora que aísla el núcleo estructural y mantiene su capacidad de carga durante un tiempo prolongado, permitiendo la evacuación.

Detalle macro de madera contralaminada y fibras de cáñamo en construcción

El cáñamo, por su parte, se utiliza principalmente mezclado con cal para crear «hempcrete», un material ligero y no estructural con excelentes propiedades de aislamiento térmico y acústico. Es transpirable, lo que ayuda a regular la humedad interior, y tiene una buena resistencia al fuego. Se utiliza como material de relleno en estructuras portantes de madera u otros materiales, contribuyendo a la eficiencia energética global del edificio. Su combinación con estructuras de CLT permite crear edificios altamente sostenibles y eficientes.

La seguridad de estos materiales no se deja al azar. En España, su uso está rigurosamente regulado. Como señala la normativa principal del sector, todos los materiales deben cumplir con exigencias específicas para garantizar la seguridad de los ocupantes.

El Código Técnico de la Edificación en España regula el uso de estos materiales en cuanto a resistencia al fuego, aislamiento acústico y durabilidad.

– Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Código Técnico de la Edificación (CTE)

Gracias a la ingeniería avanzada y a un marco normativo estricto como el Código Técnico de la Edificación (CTE), es totalmente viable y seguro construir edificios en altura con madera y cáñamo. Estos materiales no solo son una alternativa sostenible, sino que, bien aplicados, ofrecen prestaciones técnicas y de confort superiores a muchos materiales convencionales.

Acero corten o bronce: ¿qué material aguanta mejor la lluvia y el vandalismo con poco mantenimiento?

En el ámbito del arte urbano y el mobiliario exterior, la elección del material es determinante no solo por su estética, sino por su capacidad para resistir las inclemencias del tiempo y el vandalismo con un mantenimiento mínimo. Dos materiales metálicos que a menudo se consideran son el bronce y el acero corten, cada uno con propiedades muy distintas en cuanto a envejecimiento y durabilidad. Desde un punto de vista técnico y de ciclo de vida, el acero corten presenta ventajas significativas en entornos urbanos expuestos.

El bronce, una aleación de cobre y estaño, es conocido por su prestigio y su pátina verdosa (cardinillo) que se forma con el tiempo por la oxidación. Si bien esta pátina puede ser estéticamente apreciada, también es un signo de corrosión superficial que puede requerir tratamientos periódicos para su estabilización, especialmente en ambientes con alta contaminación o salinidad. Además, el bronce es un material relativamente blando y de alto valor, lo que lo hace más susceptible a robos y actos vandálicos como los arañazos profundos.

Por el contrario, el acero corten es una aleación de acero con níquel, cromo y cobre diseñada específicamente para desarrollar una pátina de óxido superficial que es autoprotectora y estable. Una vez que esta capa de color rojizo-parduzco se forma, el proceso de corrosión se ralentiza drásticamente, creando una barrera que protege el núcleo del acero indefinidamente. Esta característica lo hace ideal para exteriores, ya que no requiere pintura ni ningún tipo de revestimiento. Su mantenimiento es prácticamente nulo; la lluvia y el sol simplemente consolidan su capa protectora. Además, su dureza es superior a la del bronce, ofreciendo mayor resistencia a impactos y vandalismo.

Un ejemplo icónico de la extraordinaria resistencia del acero corten en condiciones extremas se encuentra en la costa cantábrica, demostrando su idoneidad para proyectos a largo plazo con mínima intervención.

Estudio de Caso: El Peine del Viento de Chillida y la resistencia del acero corten

La emblemática escultura «Peine del Viento» de Eduardo Chillida, instalada en 1977 en San Sebastián, es un testimonio de la durabilidad del acero corten. Realizada con este material, la obra ha resistido durante más de 40 años la exposición constante al agresivo ambiente marino del Cantábrico. Su característica pátina oxidada no es un signo de deterioro, sino la capa protectora que ha permitido que la escultura perdure con un mantenimiento mínimo, demostrando la idoneidad del material para las aplicaciones más exigentes.

En conclusión, aunque el bronce posee un valor histórico y estético indudable, para aplicaciones exteriores que requieran máxima durabilidad, bajo mantenimiento y resistencia al vandalismo, el acero corten es, desde una perspectiva de ingeniería de materiales, la elección superior. Su capacidad de autoprotección lo convierte en una solución sostenible a largo plazo.

¿Cómo atraer rodajes extranjeros a Canarias o Navarra por sus ventajas fiscales?

La industria audiovisual se ha convertido en un sector estratégico para España, y la capacidad de atraer producciones internacionales es un motor económico de primer orden. Más allá de la diversidad de paisajes, dos de los principales polos de atracción son las Islas Canarias y Navarra, gracias a unos incentivos fiscales extremadamente competitivos. Sin embargo, en un mercado global, la fiscalidad es solo una parte de la ecuación. Para destacar, estas regiones deben complementar sus ventajas económicas con una infraestructura sólida, talento local y un compromiso creciente con la sostenibilidad, conocido como «Green Shooting».

Los incentivos fiscales son el principal gancho. Canarias ofrece la deducción más alta de España, que puede llegar hasta un 54% para el primer millón de euros de gasto en producciones de series. Navarra no se queda atrás, con una deducción del 40% que también es muy atractiva. Estas cifras sitúan a ambas comunidades a la cabeza de Europa en cuanto a retorno fiscal para las productoras. Pero una vez que se capta la atención con los números, entran en juego otros factores decisivos que un productor analiza minuciosamente.

La logística y la diversidad de localizaciones son cruciales. Canarias ofrece un «continente en miniatura», con paisajes volcánicos, desérticos, playas paradisíacas y bosques subtropicales, todo ello con una media de horas de luz anual muy elevada. Navarra, por su parte, destaca por su proximidad a Francia y sus excelentes conexiones terrestres, ofreciendo desde el desierto de las Bardenas Reales hasta los bosques pirenaicos y una arquitectura urbana bien conservada. La elección entre una y otra dependerá de las necesidades específicas del guion y de la logística de producción.

El siguiente cuadro resume los factores clave que una productora internacional evaluaría al comparar estas dos regiones, mostrando que la decisión va mucho más allá del porcentaje de deducción.

Comparativa de incentivos y recursos para rodajes en España
Factor Canarias Navarra
Deducción fiscal 50% (hasta 54% producciones serie) 40% (hasta 45% con requisitos)
Horas de luz anuales 2.800-3.000 horas 2.000-2.200 horas
Diversidad localizaciones Desierto, volcánico, playas, bosque subtropical Montaña, desierto (Bardenas), bosques, urbano
Conectividad Aeropuertos internacionales, logística insular Proximidad Francia, buenas conexiones terrestres
Talento local Creciente, formación específica en curso Consolidado, proximidad País Vasco
Green Shooting Protocolo sostenible en desarrollo Certificación sostenible activa

Finalmente, un factor cada vez más relevante es el compromiso con la sostenibilidad. Las grandes productoras internacionales están incorporando protocolos de «Green Shooting» para minimizar la huella de carbono de sus rodajes. Regiones como Navarra, que ya cuentan con certificaciones y protocolos activos en este ámbito, ganan un factor de diferenciación cualitativo que puede inclinar la balanza, ya que se alinea con los valores de responsabilidad corporativa de los grandes estudios.

Puntos clave a recordar

  • La sostenibilidad de un material depende de su ciclo de vida completo y de la infraestructura de reciclaje existente, no solo de su origen «bio» o «reciclado».
  • El ecodiseño o Diseño para el Desmontaje (DfD) es una estrategia de ingeniería más efectiva que el reciclaje, ya que soluciona el problema de los residuos en la fase de concepción.
  • La intuición puede ser engañosa: un Análisis de Ciclo de Vida (ACV) revela que productos «naturales» como una bolsa de algodón pueden tener una huella de carbono inicial mucho mayor que sus alternativas sintéticas.

¿Fabricar en España o en Asia: es viable relocalizar la producción textil hoy?

La globalización llevó a la industria textil a deslocalizar masivamente su producción hacia Asia en busca de costes laborales más bajos. Sin embargo, en los últimos años, una combinación de factores está impulsando un replanteamiento de este modelo. La pandemia evidenció la fragilidad de las cadenas de suministro globales, mientras que la creciente demanda de los consumidores por la sostenibilidad, la trazabilidad y la inmediatez está haciendo que la relocalización, o «nearshoring», sea una opción cada vez más viable y estratégicamente inteligente para las empresas textiles españolas.

El debate ya no es simplemente una cuestión de coste por prenda. La producción en proximidad ofrece ventajas competitivas que van más allá del precio de fábrica. La principal es la agilidad y la capacidad de respuesta. Fabricar en España o en países cercanos como Portugal o Marruecos permite a las marcas reaccionar rápidamente a las tendencias, producir series más cortas y reducir drásticamente los plazos de entrega. Este modelo es el antídoto al sistema de producción masiva con meses de antelación, permitiendo un mejor ajuste de la oferta a la demanda y, por tanto, una reducción de los excedentes y las rebajas.

Otro factor crucial es el control de la calidad y la sostenibilidad. La proximidad geográfica facilita la supervisión de los procesos productivos, asegurando el cumplimiento de los estándares laborales y medioambientales de la Unión Europea. Esto no solo mejora la calidad del producto final, sino que proporciona una trazabilidad transparente que puede ser un potente argumento de marketing frente a un consumidor cada vez más exigente. Grandes grupos como INDITEX ya están aplicando este modelo mixto con éxito.

Estudio de Caso: INDITEX y la estrategia de producción en proximidad

Gigantes del sector textil como INDITEX han apostado fuertemente por la producción de proximidad para sus colecciones de respuesta rápida. Aunque mantienen una parte de su producción en Asia para artículos básicos, una porción significativa se fabrica en España y países vecinos. Este modelo de «nearshoring» les permite tener un control exhaustivo sobre la calidad, reducir los tiempos de entrega a unas pocas semanas y garantizar una mayor trazabilidad en su cadena de valor, factores que han sido clave para su éxito y resiliencia en un mercado volátil.

La relocalización no está exenta de desafíos, como la necesidad de modernizar el tejido industrial y de invertir en formación para revitalizar un sector que en España cuenta con unos 130.000 trabajadores directos y una facturación anual de 15.000 millones de euros. No obstante, la viabilidad de la relocalización ya no es una utopía. Para muchas empresas, se ha convertido en una decisión estratégica que equilibra coste, riesgo, calidad y sostenibilidad, redefiniendo el futuro de la moda «Made in Spain».

En definitiva, la transición hacia una economía verdaderamente circular no depende de un único material milagroso, sino de un cambio de mentalidad sistémico. Como hemos visto, exige que tanto empresas como consumidores apliquen un análisis crítico basado en la ingeniería y los datos, en lugar de dejarse llevar por etiquetas simplistas. Para aplicar estos principios y evaluar la sostenibilidad real de sus productos o proyectos, el siguiente paso es analizar su ciclo de vida y su adecuación a las infraestructuras actuales.

Escrito por Dra. Silvia Requena, Consultora de carrera científica y desarrollo profesional, ex-investigadora del CSIC con un doctorado en Biología Molecular. Especializada en financiación de I+D (FPU/FPI), empleabilidad post-académica y reskilling para mayores de 40.